ROCIO MENA

Héroe Anónimo 1955 Huracán Janet, conoce su historia.

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Mi querido abuelo Héroe en 1955 HURACAN JANET

CHETUMAL QUINTANA ROO

JANET

“Ahí, donde tiene su imperio el Mar del Caribe, nació la princesa más bella de Quintana Roo. Su padre, fue el cruel infortunio, y cuenta la historia que un día el hada Janet destruyera su reino. La patria dolida lloraba tan trágico sino; pero, surge increíble el coraje de un pueblo con fe; trabajo, y amor al terruño, obraron milagros, y así renació esplendorosa Ciudad Chetumal”.

Durante toda la temporada de huracanes de 1955, una de las de mayor actividad ciclónica del siglo, la prensa local, nacional e internacional estuvo publicando noticias muy alarmantes sobre los efectos destructores de los meteoros, mientras Chetumal, pequeña ciudad a la orilla de una apacible bahía caribeña, proseguía su vida cotidiana entorno a la explotación del bosque y el comercio, hasta que el lunes 26 de septiembre sus habitantes vieron interrumpida su rutina al desayunarse con la noticia de que el huracán “Jannet” se aproximaba a la costa de Quintana Roo, despertando todo tipo de comentarios y recuerdos; como los del huracán sin nombre que azotara a Chetumal el 8 de noviembre de 1942, o el que destruyó a Belice en 1936, o bién de los estragos del “Hilda”, que tan sólo unos días antes había afectado gravemente a Vigía Chico, Cozumel y Carrillo Puerto, y posteriormente a Tampico, Tamaulipas.

El martes 27 de septiembre amaneció muy nublado y hasta se sentía un poco de frío como si fuera una mañana de invierno, ya no se volvió a ver el Sol, y se inicio una llovizna tenue al principio, que se volvió intermitente con intervalos de fuertes aguaceros, confirmándose la fatídica llegada del huracán; el aeropuerto fue cerrado y se fueron suspendiendo poco a poco todas las actividades; muchos se concentraron en los templos para orar; algunas personas semejaban fantasmas ambulantes sin rumbo fijo; la mayoría de los habitantes se encontraban tristes, reflejando en sus rostros y conductas, la desesperación y la impotencia; iban camino a los refugios lamentándose de su suerte, cargando algunas de sus pertenencias y de alimentos; otros pensaban con optimismo que el huracán podría cambiar su trayectoria en el último momento y salvarse, al grado de no querer ir a los refugios por no dejar solas sus viviendas y pertenencias.

Ese día los periódicos no llegaron, sólo se contaba con la información que proporcionaban estaciones de radio, cada 30 minutos, basándose en información de Miami. Chetumal estaba sola ante la desgracia, como lo había estado la mayor parte de sus primeros cincuenta años de su corta existencia, pero en unas horas más, millones de personas, mexicanos y extranjeros, sabrían por primera vez de ella, cuando los diarios publicasen el relato dantesco de la tragedia.

El Gobierno del Territorio, la Inspección General de Policía y la Guarnición de la Zona Militar, junto con la ayuda de voluntarios, prestaron valiosos servicios a los que quisieron acudir a los refugios establecidos, como fueron la escuela Belisario Domínguez, el Hotel Los Cocos, el Hospital Morelos, el Aeropuerto, la antigua Penitenciaría, y el segundo y tercer piso del Palacio de Gobierno.

El Diario de Yucatán en su edición del día 28, publicó las siguientes noticias:

“Miami, Florida, 27 de septiembre. (The Associated Press). Con vientos de 135 millas por hora alrededor de su centro, el gran huracán “Jannet”, convertido en una tormenta de tremenda potencia durante las últimas 24 horas, avanzaba esta noche hacia Belice y el extremo suroriental de México”. “Este huracán, décimo de la temporada, debe azotar durante las próximas horas a la parte norte de Honduras Británicas y al Territorio Federal de Quintana Roo, según se anunció esta noche, a las 11 hrs., (10 p.m., de Mérida) al observatorio de esta ciudad”.

“A esa hora el huracán se dirigía hacia el oeste-noroeste a razón de 21 millas por hora y se encontraba en los 18.1 grados de latitud norte y 86.6 grados de longitud oeste”. “Los vientos con fuerza huracanada se extienden a 80 millas del centro y las rachas ciclónicas alcanzan hasta 250 millas por el norte y 100 millas por el sur”.

“Se espera que la tormenta siga su curso actual durante las próximas 12 ó 24 horas. Este curso hará que dentro de pocas horas, el centro del huracán caiga sobre la Bahía de Chetumal. Se deben de tomar toda clase de precauciones en Honduras Británicas y, especialmente, en la parte del Territorio, contra los peligrosos vientos, rachas huracanadas, mareas anormalmente grandes y fuertes aguaceros”. “Todas las embarcaciones pequeñas que se hallan entre Cabo Gracias a Dios, Honduras y el Canal de Yucatán deben refugiarse en un puerto”.

“Hasta ahora, este huracán ha causado 200 muertos, entre ellos 11 tripulantes de un avión que entró ayer en la tormenta para explorarla y que ha desaparecido por completo. Hoy se recorrió un área de 40,000 millas cuadradas sin encontrar vestigios del avión que se perdió entre Guantánamo, Cuba, y Panamá”.

“El Huracán “Janet” sigue un curso muy semejante al del huracán anterior, “Hilda”, que causó graves daños en Tampico y en poblaciones de la Península de Yucatán”.

“El huracán “Janet” ha crecido en proporciones tremendas durante el período de las últimas 24 horas. Aviones de reconocimiento de la marina norteamericana estimaron esta mañana la presión mas baja de 27.70 pulgadas y vientos con velocidad mayor de 100 millas por hora”.

“El huracán pasó cerca de la isla de Swan al medio día y a las 5 de la tarde se encontraba a 75 millas al oeste de la misma y a 225 al este de Belice. Se esta moviendo hacia el oeste-noroeste a una velocidad de 21 millas por hora. Los vientos mas fuertes se estimaron a una velocidad de 125 a 135 millas por hora sobre la pequeña área cerca del centro y los vientos fuertes del meteoro que se extiende hacia afuera de cerca de 80 millas del centro”.

“El huracán se mueve ahora hacia el noroeste a 36 kilómetros por hora. Los vientos mas severos se estiman en 180 kilómetros por hora y el radio de acción de los vientos se extiende hasta 62 kilómetros fuera del centro. La punta del huracán, agrega, se extiende a 320 kilómetros en semicírculo al norte y 160 kilómetros al sur. Su movimiento de traslación tendrá pequeños cambios de intensidad y debe alcanzar la zona Chetumal-Belice sobre la costa Mainland, alrededor de las 21 horas de hoy”.

“Aviones y buques cruzaron hoy en todos los sentidos el Mar Caribe, en busca de 9 aviadores de la Marina y dos periodistas canadienses perdidos durante su atrevido intento de llegar hasta el centro del huracán tropical “Janet” que ha tenido ventarrones de 170 kilómetros por hora”.

“La estación meteorológica de la Isla del Cisne, Honduras, en el Caribe, comunicó a las 12.45 el siguiente despacho urgente: “Las antenas están siendo derribadas. Abandonamos la Estación. Todos estamos buscando refugio en el edificio de la Marina. A esta hora soplaba con vientos de 160 kilómetros por hora. Entre tanto, se tienen noticias de que otro avión de la Marina ha volado en la zona con el mismo propósito que llevaba el aparato que se perdió con los periodistas”.

“Siguiendo la ruta del “Hilda” el ciclón “Janet” que se originó hace exactamente una semana al suroeste de la isla de Martinica (Indias Occidentales Francesas) y que ha causado centenares de víctimas a su paso por las islas de Barlovento, entrará hoy en la Península de Yucatán por las costas de Quintana Roo y la atravesará en el curso de la mañana, saliendo al Golfo probablemente al sur de Mérida”.

Todo lo anterior se publicó un día antes de la tragedia, mientras que los preocupados habitantes de Chetumal recibían información durante la noche y la madrugada por la estación de radio de la Compañía Mexicana de Aviación. Uno de los últimos informes recibidos, a las 11.30 p.m., decía que según los reportes recibidos de Chetumal llovía copiosamente en esa población y azotaban vientos del nordeste con una velocidad de 34 millas por hora y rachas de 45, calculándose que el ciclón pasaría por ese lugar entre 4 y 5 de la madrugada del miércoles.

A la una de la madrugada se obtuvo otro reporte informando que a las 0.20 a.m., los vientos tenían una velocidad de 50 millas con rachas de 86, y a las 2 de la madrugada se recibió el último reporte que decía que había fortísimas lluvias y vientos tormentosos azotaban a la ciudad, y poco tiempo después la comunicación quedó interrumpida, la tragedia se iniciaba. Conocer todo lo sucedido en la madrugada del 28 de septiembre, en cada vivienda y refugio resulta hoy en día casi imposible, pero podemos saber un poco más con la ayuda del relato que nos hace el distinguido y apreciado profesor Santiago Pacheco Cruz, Director General de Educación Federal en el Territorio, en su libro “Jannet o La Tragedia de Chetumal”, sobre su experiencia en esa noche:

“Ya hasta se hacía fastidioso escuchar las noticias que no variaban. Cuando entonces nosotros ocupábamos el cuarto número 12 del piso superior del Hotel Iris, todo de estructura de madera y lámina, por el que pagábamos renta elevada por falta de local aparte ya que el serio problema de la ciudad eran o son; alimentación, agua y casa. Como no tuviéramos el mas mínimo presentimiento de lo que pudiera suceder a pesar de la magnitud del huracán que se anunciaba, pensamos en principio, permanecer en el lugar, considerando estar en altura por lo que solamente tuvimos la precaución de colocar la hamaca en el veliz que encomendamos en la parte alta de la planta baja al cuidado de la administración del hotel. Después de las veinte horas permanecimos en la misma planta baja haciendo comentarios con un grupo de agentes viajeros que ocupaban cuartos en el piso superior, que habían llegado la noche anterior.

El tema en cuestión era el ciclón del que se hacían diversas conjeturas.
—-Nos quedamos o nos vamos a encomendar a otro lugar; decían valentones algunos; a lo mejor viene sin esa bravura que nos anuncian.
—–Yo he tenido oportunidad de presenciar varios ciclones en Veracruz, Tampico, San Luis Potosí y Chiapas, decía uno que frisaba en los 60 años, y ninguno fue de consecuencias; al menos, yo pasaré la noche en la cama y a roncar tranquilamente.
—-Yo también pienso y creo que no pasará nada, profesor; me quedo aquí con mi hijo y mi sobrino a pasar la noche; a pesar de lo que anuncian, no creo que sea tan bravo el león; puede resultar como el de 1942 que nos trató muy bien;
—-repuso la señora Modesta Escalante viuda de Masón, administradora y dueña del hotel.
—-Ojalá diga usted bien, señora; contestamos a tiempo que la radio recalcaba con mas intensidad y acento de gravedad, las noticias. Todos nos miramos las caras. Eran casi las 22 horas; después de escuchar el último reporte, sentimos apoderarse de nosotros una terrible incertidumbre que llegó a inquietarnos y plantearnos una severa incógnita; enmudecimos viendo los semblantes de los otros que en vista de esas noticias, habían determinado abandonar el hotel como en efecto lo hicieron quedando solamente el sesentón a quien observamos semblante dudoso. Tal parecía que una voz misteriosa nos alentaba diciéndonos;
—-abandona el hotel y ve a refugiarte; no te hagas el valiente y sálvate. Ante estas palabras de nuestro invisible guía, que nos recordó el pasaje histórico sucedido a la invicta Juana de Arco que escuchó la voz del Arcángel Gabriel, no pudimos mas que obedecer. Maquinalmente asumimos una actitud silenciosa y cavilante que llamó mucho la atención de la señora que probablemente llegó a descubrir por nuestro semblante la lucha interna que sosteníamos que no aguantó las ganas de saber lo que nos pasaba.
—–Que le pasa, profesor; parece que está usted muy preocupado. No lo piense mucho.
—–Quisiera ir a la escuela a ver como se han acomodado las familias, pero la llovizna no pasa y para colmo ya no circulan coches;
—–le dije para satisfacerla con el disfraz.
—–Si quiere usted coche puede ir mi sobrino a ver si le trae uno.
—–Está bien, que vaya; se lo agradeceré;
—-dijimos ya decididos a no quedarnos. Al cabo de unos minutos que nos parecieron siglos, se trajo, por fortuna, el único coche que estaba de retirada; invitamos al viajero sesentón a acompañarnos al refugio y no quiso dejar el hotel. Eran cerca de las 23 horas; se nos llevó a la escuela señalada y al momento de bajarnos, arreció la llovizna. Dicha escuela semejaba un panal; era un hormiguero humano donde no se podía dar un paso; verdadera confusión de familias, ancianos e infantes que parecían estar en una gran feria. Se escucharon diversos comentarios sobre la embestida de la fiera, en tanto que otros grupos hacían oraciones encomendándose a sus imágenes y a su Dios para que les tenga piedad y les salve la vida aunque sea. En otra parte de su largo relato el profesor Pacheco Cruz nos dice que en el refugio había personas que querían regresar a su vivienda: “
—-Señora deje usted todo por ahora y salve su vida y la de estas criaturas inocentes, su marido tiene razón; peligra usted en su casa; es solamente por esta noche; quédese por favor; dijimos interviniendo en bien de las criaturas que estaban en las faldas de la mamá.
—-No señor, yo quiero ir a cuidar mi casa por mis animales; si está de Dios que yo me muera, paciencia pero no me quedo aquí; si tú quieres quedarte, yo me voy con mis hijos;
—-y sin mas ni mas, arrastró a las criaturas y se marchó. El marido viendo la actitud resuelta de su esposa enferma seguramente de los nervios, la siguió mansamente sin protestar, pues por mas que le hicimos ver el peligro y convencerla, no conseguimos nada. Estaba neurasténica. Desgraciadamente sus deseos se cumplieron porque al día siguiente supimos que esa familia murió ahogada y aplastada por la casa.”

El profesor Santiago Pacheco Cruz continúa y termina su relato con la llegada del huracán:

“Serían cuando menos las 0.12 minutos del inicio del día 28 de septiembre cuando de hecho se hizo sentir la presencia de la tormenta, tal como se había anunciado. Se sintieron las primeras ráfagas huracanadas acompañadas de fuerte aguacero. Una terrible tensión nerviosa se apodera de todos los refugiados en general. El profesor Herrera López que fue por su familia no regresó a la escuela. Entre tanto el huracán iba elevando gradualmente su potencia al cubo que aumentaba mas en proporción, la desesperación y el temor de que derrumbara el edificio. No podíamos dormir por estar sosteniendo puertas y ventanas que querían ceder al empuje del viento que tuvo su potente reacción a las dos de la mañana. Para colmo de males, cedieron los cristales de las ventanas traseras y el agua invadió la pieza anegándola y a pesar de este descalabro no abandonamos los puestos de combate. Se escuchaba claramente el fuerte silbido del viento que se confundía con el aguacero así como el ruido que produjo la veleta al ser derrumbada, arrancada con todo y cimiento al igual que un lienzo de pared con su enverjado pegado a la casa donde estábamos. Se escucharon otros ruidos sin poderse precisar lo que fueran ya que no podíamos salir de aquella especie de celda que nos ahogaba. Aquello era desesperante… ¡y cuantas desgracias no estaría ocasionando entre la población, sin esperanza de auxilio! ¡como amanecerá la ciudad…! Desde la hora en que se inició la tormenta hasta las 2 de la mañana, fue una lucha terrible que se sostuvo para salvar la vida y en medio de tanta confusión no nos dimos cuenta de que toda la casa estaba encharcada sin poder salir por el viento y la lluvia. Dos largas horas de padecimientos, hasta que después de esa hora, 2.30 poco mas o menos, comenzó a ceder toda fuerza por el norte para pasar por el sur como estaba anunciado. El ataque por este lado fue de los mas horrible que cerebro humano pueda concebir, fue terriblemente pavoroso por haber descargado toda su ira y fobia, arrastrando en su ayuda, las aguas del temible Caribe que entraron atacando furiosamente por el sur y sureste de la ciudad. Y aquí fue Troya. Sobrevino naturalmente el desbordamiento total de la bahía cuyas mansedumbres aguas reforzadas ya, inundaron la ciudad con acompañamiento de fuertes oleajes y marejadas que destruyeron casas y cuanto encontró a su paso sin respetar vidas en general, ya que murieron ahogadas cantidad de personas sin distinción de edades, siendo infantes la mayoría. Las aguas subieron a mas de tres metros de altura llegando los estragos a mas de 400 o 500 metros de distancia dentro de la población. Gran número de familias quedaron aplastadas al derrumbarse casas sin contar con otra cantidad de cadáveres que arrastró la corriente mar adentro que no aparecieron jamás y que seguramente fueron pasto de la fauna marina. Afortunadamente todos los que se refugiaron en los locales señalados amanecieron sanos y salvos sin haber sufrido mas que los sustos consiguientes, sin saber que la danza macabra de la muerte estaba por todo el lado sur. Casi al amanecer nos trajeron la fatal noticia de que tanto el profr. Herrera López como el señor Audomaro Castillo Herrera se habían ahogado y arrastrados por la corriente, noticia que causó profunda pena y dolor por tratarse de dos compañeros de trabajo, pero se supo luego que no se confirmó el caso cuando más tarde se nos presentaron los afectados en cuyos rostros se reflejaba la terrible angustia por haber luchado contra el peligro, salvándose milagrosamente con sus familias. Aclaró completamente el 28 de septiembre. ¡Que panorama tan pavoroso y desolador presentaba la ciudad antes atractiva y sonriente…!Esto era solamente lo que se podía contemplar a distancia y desde los corredores de la escuela! ¡como sería lo de mas allá…! Era materialmente imposible calcularlo. Un montón de escombros y de ruinas; todas las calles y principales avenidas se habían convertido en inmundos basureros donde no se podía dar ni un paso y menos con el estancamiento de parte de las aguas que formaban un lodazal. Solamente se veían en pie algunas casas de mampostería y una que otra de madera de reciente construcción, pues las restantes fueron derribadas quedando solamente los pisos como recuerdos”.

En el amanecer apocalíptico, las comunicaciones quedaron interrumpidas, faltaban alimentos, agua, ropa, medicinas, luz, y muchos sobrevivientes, asombrados sintieron durante la mañana del miércoles, quizá mas temor que durante la larga lucha nocturna que sostuvieron contra la furia ciega del huracán por salvar sus vidas, y deambulaban buscando entre los escombros algún pariente, amigo, o pertenencias de valor que pudieran servirles, y al suguiente día, se inició la pestilencia de cadáveres de humanos y animales.

El primer intento por establecer contacto con los damnificados de Chetumal, Xcalak y de la Ribera del Río Hondo lo realizaron 5 personas que salieron de Mérida en un avión Cesna con matrícula XB-WAL, pero que desgraciadamente se estrelló en la selva, cerca del El Ubero cuando realizaban un reconocimiento de la zona afectada, pereciendo todos sus ocupantes; Alfonso Zahoul Ramián, propietario del avión, José Manuel Reyes, mecánico, y los pasajeros James Coldwel Fernández, Emiliano Aguilar y el reportero Joaquín Reyes Sánchez. Los primeros informes de la tragedia que recibieron en el resto del país los proporcionó una embarcación de nombre “Caribe” que logró pasar del Río Hondo hacia la Bahía de Chetumal y transmitió por radiotelefonía el siguiente parte:

“CHETUMAL ARRASADO.- El ochenta porciento de las casas de la capital del mismo Territorio, población que a la vista de los tripulantes del “Caribe” daba la impresión de haber sufrido tremendo bombardeo, fueron destruidos o dañados seriamente por el ciclón.

Dijeron los reportes del “Caribe” que el Gobernador del Territorio Sr. Margarito Ramírez estaba solicitando urgentemente el auxilio de la 32a. Zona Militar para que enviara desde Mérida aviones con auxilios a la zona devastada y a sus angustiados habitantes.

Hasta las últimas horas de la tarde de ayer los mismos reportes aseguraban que se había dado sepultura ya a no menos de 100 cadáveres y que sólo se veían en pie de ochenta a noventa casas y dentro de éstas muchas destechadas.”

El número de muertos y desaparecidos se estimó entre 200 y 300.

Tan sólo en la ciudad de Chetumal se enterraron, la mayoría sin identificar, en una fosa común, 75 personas ahogadas, en su mayoría niños, mas 12 que se encontraron bajo los escombros de las casas derribadas, días después del siniestro.

También hubo muertos, heridos y damnificados en la mayor parte de la Ribera del Río Hondo, Nicolás Bravo y la costa beliceña de Consejo y Corozal.

Sobre los innumerables daños materiales en la ciudad el profesor Pacheco Cruz nos relata algunos casos:

“Comenzaremos por el Palacio de Gobierno, que, a pesar de su sólida construcción sufrió desperfectos en sus puertas y ventanas de todos los tres pisos sin respetar alturas; todas las oficinas instaladas en la planta baja como la Aduana, Departamento de Celadores, Pagaduría Civil, Telecomunicaciones, Migración, Correos y otras, fueron totalmente barridas no quedando mas que paredes y marcos; muebles y archivos fueron lanzados a la calle hechos trizas; la caja de hierro de la Aduana de un metro de altura fue arrastrada a mas de 20 metros fuera de su base y la de Correos a mas de 40 metros.

No quedó nada entero de los archivos sin meter lo que la corriente se llevó. Las pérdidas fueron incontables y ni contra quien protestar.

Tanto el antiguo Palacio de los Gobernadores como la casa donde funcionaba la escuela secundaria, fueron convertidos en un montón de escombros, solamente los pisos quedaron.

El elegante teatro Avila Camacho, sufrió el desmantelamiento de su techo de láminas; la destrucción de su lunetario por la invasión de las aguas que afectaron también la hermosa pantalla de cinemascop que había inaugurado el sábado anterior a la desgracia.

Los edificios de madera de los Servicios Coordinados de Salubridad y del café “La Nevada” quedaron solamente los pisos.

El antiguo salón-cine “Juventino Rosas” de la empresa José G. Aguilar e hijos, sufrió desperfectos en su parte inferior, lo mismo que el establecimiento de abarrotes y lencería.

Todos los establecimientos que ocupaban casas de madera y láminas como; abarrotes, misceláneas, lencerías, telas, etc., fueron arrasadas perdiéndose gran parte del contenido que se encontraba por las calles, latería en cantidad, piezas de telas, casimires y otros artículos, cuyos propietarios comerciantes se organizaron para cuidarlos y evitar que los amantes de lo ajeno se aprovecharon de la situación como lo empezaban a realizar por las noches abriendo roperos, bibliotecas, cajas, velices, etc., para robar ahorros y alhajas por lo que el gobierno ordenó al inspector de policía, señor Garay y al jefe de la Compañía Fija que sus elementos patrullaran y vigilaran las calles por las noches hasta determinada hora.

En todo lo que hace la calle 22 de enero que mira frente a la bahía estaba poblada de muchas casas de madera y láminas, algunas de elegante estructura, siendo arrasadas totalmente por la formidable fuerza de la corriente no faltando quienes propalaran la noticia, suponemos que fantástica, que una de estas casitas de reciente construcción no fue desbaratada pero si llevada por la corriente hasta asentarla sumida frente a la población del lado inglés conocido como Consejo que claramente se distingue desde la Ribera.

Bien podría esto ser verdad pero nos inclinamos a creer que puede ser una infundada apreciación de quienes quieren ver las cosas desde el punto de vista de un arraigado misticismo o de una fantasía.

Pasando ahora al renglón de accidentes obtuvimos los siguientes: El señor Celestino Carrillo, ya de mucha edad, empleado como velador de la escuela secundaria y el señor Alexander Bemnon de Honduras Británicas que acababa de llegar a Chetumal y se dedicaba a dar clases de inglés, murieron ambos ahogados cuando pretendieron, estando en el primer grado alcohólico, buscar medios de salvarse y no lo lograron.

 

El sargento de la policía señor LUIS ARNOLDO RENDIZ SOLIS, tuvo la desgracia de perder a 4 ó 5 de sus hijos que se ahogaron en momentos en que él cumplía con su deber salvando otras vidas.

 Tanto el Cuerpo de Policía como los soldados federales se dedicaron a salvar vidas a costa de las suyas.

 Así sucedió al Sargento de Transmisiones del Ejército, Cecilio Rangel Saucedo que por entrar a salvar la vida de unas criaturas, lo aplastó el derrumbe de la casa y el Cabo de Compañía Fija José H. Franco Camacho, igualmente por salvar a unos niños frente a la iglesia en construcción, fue horriblemente decapitado por una lámina perdida; de 25 años de edad el anterior y de 30 éste último.

 Tanto la actitud del sargento de la Policía RENDIZ como la de estos dos soldados de la Patria debieron catalogarse como actos de arrojo, valentía y sacrificio de la vida, o de verdadero patriotismo ya que no los hay en cantidad en el mundo que los imiten.

Debieron haberlos ascendido a grados inmediatos.”

 

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Sargento de Policia Luis Arnoldo Réndiz Solís

El huracán “Janet”, de quinto grado, pasó a la historia como uno de los mas devastadores del siglo XX, surgió de la matriz del Cabo Verde en septiembre para cruzar el Océano Atlántico e internarse en la cuenca caribeña por las Antillas Menores, con vientos de gran intensidad que se estimaron en más de 300 km/hr., pues el anemómetro del aeropuerto de Chetumal marcó hasta 281 km/hr., antes de ser derribado por la furia del viento, además de que la presión mínima en el ojo del huracán fue de 914 milibares

Huracán Janet Huracán de la categoría 5 (SSHS)

El 27 de septiembre de 1955, llego el huracán Janet a Chetumal, ciudad con una importante población, las cosas cambiaron para siempre: en el amanecer del 28 de septiembre la ciudad desaparece quedando únicamente tablones y láminas esparcidos alrededor de muchos kilómetros, el huracán Janet, con vientos de más de 280 Km. por hora, la devastó hasta sus cimientos, dejando, según estimaciones del cronista Herrera Muñoz, más de 300 muertos.

Era tal la situación, que el gobernante en ese momento, Margarito Ramírez, manejó con mano dura durante 15 años el territorio, pensó en quemar la ciudad para evitar una epidemia, pero la gente se opuso.

Toda esta destrucción sin embargo se convierte en una ironía: Chetumal desaparece para que el resto de México y el mundo supiera de su existencia.

De las pocas casas que quedaron de pie algunas sobrevivieron intactas al huracán. A pesar de que fueron arrancadas de su ubicación original por la fuerza del viento, “aterrizaron” sin mayores daños en otro punto de la ciudad. Estas casas se han conservado como recuerdo de aquella tragedia y la gente las llama familiarmente “las casas voladoras”.

FUENTE: HITORIA DE CHETUMAL

http://www.periodistasquintanaroo.com/principales/a-60-anos-del-huracan-janet/

 

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